miércoles, 10 de octubre de 2012

BUENA NOTA SOBRE CALI



Hay que agrandar más el sentido de pertenencia por esta ciudad que late por nosotros, mostremos el apoyo al sistema de transporte publico, que a pesar de no ser el mejor, y tener mucho que corregir, es hoy ejemplo en el país. Dejemos el negativismo a un lado, y aportemos mejor ideas y buenos pensamientos... Siendo civicos al utilizar el MIO tambien ayuda a que el sistema sea mejor, todos tenemos la obligacion de ayudar a que nuestra ciudad se vuelva un polo de desarrollo, no nos sentemos solo a criticar y duscutir sobre todas las fallas que tiene el sistema pues recordemos que cuando el anterior empezo tampoco cubria todas las zonas de la ciudad fue con el tiempo que vimos llegar las busetas hasta los lugares mas lejanos de la ciudad pero nos acostumbramos a un sistema que ahora es anticuado y nos molesta adaptarnos a los nuevos cambios.



Esta es una publicacion del periodico el Tiempo donde resalta la nueva vision de ciudad gracias a uno de los indicadores de desarrollo; el MIO.


 

Editorial: Cali, a la vanguardia


Al jugársela por el MIO como único sistema de transporte, la alcaldía de Cali privilegió el bien común con una decisión que se traducirá en mejor calidad de vida.

De no mediar nada extraordinario, a finales de este año Cali será la primera ciudad de Colombia en contar con un sistema de transporte masivo en capacidad de cubrir la totalidad de los desplazamientos de sus habitantes. Así, sus buses, busetas y colectivos, protagonistas de una de tantas guerras del centavo que se libran a diario en el país, pasarán a ser cosa del pasado.
Este importante paso fue posible gracias al compromiso de su alcalde, Rodrigo Guerrero, y de su secretario de Tránsito, Alberto Hadad, con el sistema MIO, decisión que le permite a la capital del Valle alcanzar primero una meta que otras ciudades también se han puesto, pero que todavía parece lejana.
Según los planes de la administración municipal, este primero de noviembre no debe haber un solo vehículo de servicio colectivo circulando por las calles caleñas, para dar paso definitivo a los 911 del nuevo sistema, suficientes para movilizar a los 960.000 pasajeros diarios que se esperan (el ciento por ciento de la demanda).
Desde que se inició la estructuración del proyecto se sabía que el viejo servicio tendría que desaparecer en forma gradual, mientras ingresaba la nueva flota, que incluye a los buses articulados, así como a los padrones y complementarios. Una transición tan necesaria como costosa en términos políticos, que fácilmente podría caer en una interminable cadena de aplazamientos, junto con presiones para dilatarla. Algo así ha ocurrido en Bucaramanga y Barranquilla, entre otras capitales, donde la competencia de los buses y busetas tradicionales no les ha permitido a sus respectivos sistemas alcanzar las cifras inicialmente proyectadas. Cali se la jugó por no repetir esta historia.
Y no fue a la ligera: a los choferes la Administración les ha ofrecido 700 puestos como conductores del MIO sin importar la edad. Solo trabajarán ocho horas diarias, tendrán todas las prestaciones de ley y un salario que se acercará al millón de pesos. Para ponerse al día con las multas que tengan, deberán pagar el 10 por ciento y el resto se diferirá a cinco años.
También existe el Fondo Fresa, de reconversión empresarial, social y ambiental, que se creó con el fin de incentivar a los pequeños propietarios de transporte a chatarrizar sus vehículos. La entidad les ofrece un salario mínimo mensual durante tres años, aparte del dinero que se les dará por la chatarrización, o, si lo prefieren, pueden recibir la suma total de contado.
La adopción del sistema MIO como modelo de transporte público no solo significa para los caleños dejar atrás el servicio tradicional, con sus elementos negativos, como la contaminación del aire y el frecuente maltrato de pasajeros y de conductores, para subirse a uno más seguro, eficiente, cómodo y digno.
También debe leerse como un paso gigante en términos de competitividad y calidad de vida para los habitantes de Cali. De igual forma, esta tiene que ser una inyección de optimismo para una ciudad que viene de afrontar tiempos difíciles y que hoy debe aprovechar tal transformación y permitir que sea la columna vertebral de una renovación urbana integral, que toque a su vez la cultura y el ánimo ciudadanos para que la del Valle vuelva a ser, como en la década de los 70, la capital cívica de América.
Para otras urbes, este logro no solo debe tomarse como referente a la hora de enfrentar la misma tarea, sino como un mensaje contundente sobre la importancia de rodear de voluntad política transformaciones que, a corto plazo, acarrean traumas y fricciones, pero en las que está en juego, finalmente, el bien común, razón suficiente para darse la pela.


http://www.eltiempo.com/opinion/editoriales/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12293840.html

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